Hace ya unos años escribí sobre el experimento de Stanley Milgram que, intrigado por la obediencia de los soldados nazi en la segunda guerra mundial, había llevado a cabo una investigación en la que descubrió cómo un elevado porcentaje de personas normales como nosotros “obedecían a la autoridad”. Y lo hacían incluso cuando las órdenes recibidas requerían un rompimiento severo de las normas éticas básicas. Los resultados fueron duros de digerir, sobre todo cuando los miramos desde la perspectiva de las organizaciones.
En esta ocasión quiero compartir otro experimento, de igual utilidad para el mundo del management que el del Milgram pero, esta vez, mucho más esperanzador. Se trata de los hallazgos que nos dan luz sobre uno de los vectores de trabajo de Solorelatio en los últimos años y que es central en el desarrollo de Valor Relacional: La construcción de comportamientos y condiciones que generen COOPERACIÓN en las organizaciones.
En los años 80, Robert Axelrod, licenciado en ciencias políticas y galardonado con el premio Newcomb Cleveland de la asociación americana para el progreso de las Ciencias, diseñó y puso en práctica un experimento computarizado para investigar sobre las opciones de competencia-cooperación en base al famoso “Dilema del Prisionero”. El experimento, su descripción, reflexiones y conclusiones los descubrí en su libro “La Evolución de la Cooperación” (Alianza Editorial, 1986). Uno de esos libros perdidos en una biblioteca pero que el azar y la intención te los devuelve como un regalo[1].
El dilema del prisionero
El dilema del prisionero es un problema fundamental de la teoría de juegos que muestra que dos personas pueden no cooperar incluso si ello va en contra del interés de ambas y que fue desarrollado originariamente por Merrill M. Flood y Melvin Dresher mientras trabajaban en RAND en 1950. El dilema es un ejemplo de problema de suma no nula. Las técnicas de análisis de la teoría de juegos estándar, por ejemplo determinar el equilibrio de Nash, pueden llevar a cada jugador a escoger traicionar al otro, pero ambos jugadores obtendrían un resultado mejor si colaborasen.
En este marco Axelrod plantea su investigación en el que individuos persiguen su interés personal, sin la ayuda de una autoridad central que obligue a cada cual a cooperar con los demás….¿Les suena?
El funcionamiento del juego se presenta en la siguiente tabla.
Donde T= Recompensa por defraudar; R= Recompensa por Cooperar; P = Penalización por Defraudar; I: Pago del Incauto
El dilema plantea que, sin conocer el comportamiento del otro y sin tener capacidad de influencia sobre su comportamiento, la cooperación genera una ganancia total mayor que la ganancia individual que se obtiene con defraudar (o traicionar al otro).
El Experimento
Axelrod convocó a un torneo computarizado cuyos elementos de contexto fueron:
La estrategia ganadora
Las estrategias presentadas se podían clasificar en cuatro grupos generales:
Durante el proceso se realizó un análisis ecológico, el cual consistió en eliminar a las estrategias con puntajes inferiores al promedio después de cada ronda, e iniciar otra ronda nuevamente con las estrategias mejor puntuadas. Las estrategias con menores puntajes y que fueron eliminadas en la primera ronda fueron las vengativas y las explotadoras.
La estrategia que de manera consistente consiguió la mayor puntuación en el torneo, aunque no ganar todas las partidas jugadas fue TOMA Y DACA. Esta estrategia vencedora propuesta por Anatol Rapoport, plantea la ley del talión: ojo por ojo y diente por diente. Axelrod la definió como una estrategia colaboradora, dispuesta siempre a pactar, pero justiciera. Si la otra parte le traicionaba una vez, devolvía exactamente la misma medida, otra traición, pero sólo una vez. Era por tanto capaz de perdonar. Generaba confianza, no era rencorosa y obtenía buenos resultados (o no peores) cualquiera que fuese su oponente.
En resumen esta estrategia se caracteriza por:
Sin duda una poderosa lista de características que nos sirve de referente para comparar nuestros comportamientos y las de nuestros equipos.
Las conclusiones
Axelrod, tras el análisis de su investigación, nos hace recomendaciones que hablan por sí solas. Leámoslas con atención. Son joyas todas ellas.
A nivel Individual nos propone lo siguiente para ser constructores de condiciones para la cooperación:
De la misma manera que lo hace a nivel individual, Axelrod, establece un conjunto de recomendaciones para fortalecer la cooperación en contextos organizativos, partiendo de la prometedora premisa de que en ellas, las culturas de acción podeos considerarlas como no determinadas ni fijas y que, por el contrario, podemos influir en ellas y transformarlas.
Para generar condiciones para las conductas cooperativas propone:
Recuperar las conclusiones de Axelrod son un alivio y un acelerador. Un alivio porque tenemos más fuerza argumentativa sobre cooperación más allá de “palabras bonitas e inspiradoras”. Y un acelerador, porque nos impulsan a crear condiciones y a hacer posible contextos en los que emerja la cooperación y ganemos espacios de trabajo en donde fluyan el reconocimiento, la reciprocidad, la agilidad, la efectividad…y las ganas de pertenecer.
A por ello….#Seguimos
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[1] El contenido de este post se basa en apuntes tomados directamente del propio libro de Axelrod, de información extraída de Wikipedia y del resumen realizado realizado por Solorelatio del libro “Six Simple Rules” de Yves Morieux.
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